Comencé a interesarme por mis estados de ánimo y el de los demás cuando realicé un Diploma de Liderazgo y Emprendimiento, dirigido por el Dr. Fernando Flores . Actualmente, leyendo el libro de Rafael Echeverría , “Ontología del Lenguaje” (basado íntegramente en la disciplina creada por Fernando Flores), encontré allí un capítulo en donde se refiere ampliamente a los estados de ánimo, y cómo ellos condicionan nuestras acciones.
Los estados de ánimo nos poseen, es decir no los controlamos ni elegimos, “simplemente nos encontramos en él”.
A diferencia de las emociones, en que podemos darnos cuenta qué las genera, los estados de ánimo son una emocionalidad que “no remite necesariamente a condiciones específicas y que, por lo tanto normalmente no los podemos relacionar con acontecimientos determinados”.
Los estados de ánimo son constitutivos del ser humano, “los seres humanos, dondequiera que estén, dondequiera que habiten, están siempre inmersos en determinados estados de ánimo”.
El estado de ánimo que nos invada, en algun determinado momento nos abre posibilidades (estados de ánimo positivos) o nos cierra posibilidades (estados de ánimo negativos) y no tan solo individualmente sino que a nivel de comunidades, ciudades, países.
En el libro nombra cuatro estados de ánimo, considerados como fundamentales en la vida de todo ser humano: resentimiento, aceptación (paz), resignación y ambición.
Resentimiento y resignación frenan la acción en cambio los de aceptación y ambición nos hacen ver el futuro como un amplio espacio de posibilidades.
No podemos evitar caer en estados de ánimo negativos, pero sí podemos observarlos y cambiarlos a estados de ánimo positivos, una de las maneras es conversando, mirando las conversaciones como “estar en proceso de transformación mutua y esta transformación incluye nuestros estados de ánimo y emociones”. Otra acción que podemos realizar es “sumergirnos entre personas con las cuales nuestros estados de ánimo no tiene mucha cabida. Así como transmitimos nuestros estados de ánimo a otras personas, ellas también nos transmitirán los suyos”, nos dice el autor de este interesante libro.
Los estados de ánimo nos poseen, es decir no los controlamos ni elegimos, “simplemente nos encontramos en él”.
A diferencia de las emociones, en que podemos darnos cuenta qué las genera, los estados de ánimo son una emocionalidad que “no remite necesariamente a condiciones específicas y que, por lo tanto normalmente no los podemos relacionar con acontecimientos determinados”.
Los estados de ánimo son constitutivos del ser humano, “los seres humanos, dondequiera que estén, dondequiera que habiten, están siempre inmersos en determinados estados de ánimo”.
El estado de ánimo que nos invada, en algun determinado momento nos abre posibilidades (estados de ánimo positivos) o nos cierra posibilidades (estados de ánimo negativos) y no tan solo individualmente sino que a nivel de comunidades, ciudades, países.
En el libro nombra cuatro estados de ánimo, considerados como fundamentales en la vida de todo ser humano: resentimiento, aceptación (paz), resignación y ambición.
Resentimiento y resignación frenan la acción en cambio los de aceptación y ambición nos hacen ver el futuro como un amplio espacio de posibilidades.
No podemos evitar caer en estados de ánimo negativos, pero sí podemos observarlos y cambiarlos a estados de ánimo positivos, una de las maneras es conversando, mirando las conversaciones como “estar en proceso de transformación mutua y esta transformación incluye nuestros estados de ánimo y emociones”. Otra acción que podemos realizar es “sumergirnos entre personas con las cuales nuestros estados de ánimo no tiene mucha cabida. Así como transmitimos nuestros estados de ánimo a otras personas, ellas también nos transmitirán los suyos”, nos dice el autor de este interesante libro.